lunes, 28 de septiembre de 2009

De espaldas a la plaza: Santa María Nativitas

Cúpula de la capilla de Santa María Nativitas, Aculco.

El pueblo de Santa María Nativitas, que en la Colonia recibía el nombre de Santa María Ximiní y era considerado barrio de Aculco, posee un limitado pero valioso patrimonio arquitectónico del que ya hemos dado cuenta antes, al hablar sobre la cruz atrial de 1678 que existe en el atrio de su capilla. Aunque este patrimonio se encuentra en buen estado de conservación no sucede lo mismo con su entorno, que se ha ido degradando paulatinamente por la construcción desordenada de escuelas, viviendas y negocios que le dan hoy un aspecto que empieza a ser caótico.

Fachada de la capilla.

Hace todavía no muchos años era aún perfectamente distinguible la estructura original del poblado. Ocupaba el lugar principal, por supuesto, la capilla, con fachada que miraba al oriente como era habitual en los templos edificados en los primeros años del Virreinato. Frente a ella se extendía un atrio relativamente pequeño, más alargado que ancho, rodeado por viejas tapias ya desaparecidas y al que se accedía por un sencillo arco de medio punto rematado con una esfera de piedra. Además de la bella cruz atrial, se encontraban en el atrio algunas lápidas, sepulcros adosados a la capilla y un enorme fresno. En la década de 1980 una rama de aquel árbol se desgajó y destruyó el acceso al atrio y parte de la barda, que fueron reconstruidos con un fallido estilo "colonial".

Entrada al atrio que reemplazó a la original, destruida por la caída de una rama.

Ábside de la capilla, que mira hacia la plaza del pueblo de Santa María Nativitas.

Curiosamente, y como ejemplo único en el municipio de Aculco, la plaza del pueblo de Santa María Nativitas no se extendía también al frente de la capilla, ni siquiera a uno de sus costados, sino en la parte posterior. Quizá por esa razón, al convertirse por su ubicación en fachada visible, el ábside de la capilla tiene mayor importancia en ésta que en otras capillas aculquenses. Pero lo es, más que por su ornamentación, por sus volúmenes. Como se puede apreciar en estas fotografías, se trata de una cabecera rectangular que remata en un parapeto que se prolonga un poco más allá del plano de sus muros, casi como el matacán de una fortaleza medieval. Adosados a estos muros se encuentra un par de contrafuertes escalonados, rematados en talud y con sendas gárgolas de cantera labrada. Los contrafuertes que refuerzan los muros laterales de este ábside, similares a los que miran a la plaza, agregan aún más vistosidad a este juego de volúmenes. Remata toda la composición una cúpula hemisférica sobre un tambor con ventanas, adornada con una linternilla sobre la que se eleva la cruz.

Remate del ábside. Obsérvese el escalonamiento de volúmenes.

Al parecer, el muro testero de este ábside debió contar con la tradicional "estampa", adorno exterior -generalmente un relieve en piedra- que indicaba que tras esa pared se encontraba el depósito de las hostias consagradas. Sin embargo, en alguna época indeterminada esa "estampa" fue reemplazada por un vitral que representa a la Vírgen María rodeada por ángeles, en su advocación de la Inmaculada Concepción. Como vestigio del relieve que antes debió existir en su sitio, sobrevive, bajo el marco de cantera del vitral, una piedra burdamente labrada que parece representar la figura de un animal. Posiblemente se trata de un cordero pascual.

Vitral que adorna el muro testero. Debajo, puede apreciarse un gastado y burdo relieve que parece representar un animal.

Además de la capilla, rodeaban la pequeña plaza de Santa María Nativitas (plantada con fresnos) algunas sencillas casas porticadas con columnas de mampostería y cubiertas de teja. Al lado opuesto del ábside se levantaba la escuela del pueblo, que mostraba una fachada con remate mixtilíneo hasta que, al reemplazarse su techumbre de teja por una de concreto, se le "rasuró" perdiendo así toda su gracia. El resto de las construcciones antiguas de Santa María Nativitas eran sencillas casas de teja dispersas, casi siempre en medio de milpas, con excepción de algunas fincas de importancia relativamente mayor, como la Huerta de don Patricio Sánchez.

Gárgola que emerge del contrafuerte izquierdo.

Por los años de 1930 se comenzó a construir la nueva carretera que unió a Arroyozarco con Aculco, trazada mucho más al sur del antiguo "Camino de los Alcanfores" que por siglos había comunicado a ambos puntos. Esta carretera pasó justo por Santa María Nativitas, a un costado de la capilla y de la plaza del pueblo. Con el tiempo, sobre todo a partir de la década de 1970, se fueron construyendo a su vera nuevas edificaciones con distintos propósitos: primero la gasolinería (cerrado su antiguo emplazamiento en el Portal de El Triunfo), después alguna pequeña fábrica, más tarde un colorido Jardín de Niños -imprudentemente edificado, con riesgo para los infantes y en detrimento de la estética, muycerca de la carretera, entre ésta y la capilla- un restaurante con extraña forma de caracol que después devino en antro de mala muerte, etcétera. Todo ello le ha ido dando el aspecto de "pueblo calle", en el que el urbanismo se define por la carretera y no por una articulación racional de calles y manzanas.

Gárgola del lado derecho.


Aunque el poblado es todavía de dimensiones menores y aún podría hacerse algo por aminorar el desorden con el que crece y poner en valor sus edificios históricos, lo más probable es que continúe por ese mal camino. Pronto igualará, seguramente, el lamentable desarrollo urbano de Arroyozarco, el peor de todo el municipio de Aculco.

Ábside de la capilla. A la derecha se extiende la plaza, a la izquierda asoma la escuela construida junto a la carretera y adosada al muro del atrio.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Arquitectura vernácula en el Estado de México



Bajo este título, el Consejo Editorial de la Administración Pública del Estado de México publicó recientemente un volumen coordinado por Héctor Paulino Serrano Barquín, dedicado a la arquitectura de carácter popular en nuestra entidad. Según la propia obra esta arquitectura se define como "una expresión que carece de criterios académicos... un aspecto casi instintivo en términos de edificación".

El libro, que sólo hemos podido hojear hasta este momento en su versión electrónica, es eminentemente fotográfico, aún cuando contiene textos enfocados explicar qué es la arquitectura vernácula, lo difícil que resulta en realidad clasificarla y su acelerada destrucción (sustituida en muchísimas ocasiones por arquitectura moderna que también podríamos llamar vernácula, pero con un valor infinítamente menor). La selección de inmuebles incluidos en el libro, realizada por un grupo de alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma del Estado de México, resulta muy variada, tal vez demasiado variada (aunque afortunadamente no en número): abarca desde obras del Virreinato que denotan sabiduría constructiva, inteligencia en la disposición de espacios y volúmenes, acierto en el uso de materiales locales y calidad de la mano de obra, hasta obras contemporáneas que carecen de todos esos méritos y parecen haber sido incluidas sólo por su extravagente colorido o por su ingenuismo kitsch.

Como es natural, en este libro fueron incluidas también algunas fotografías de inmuebles de Aculco. Aunque este pueblo es ciertamente un excelente ejemplo de arquitectura vernácula acumulada por siglos, el enfoque hacia lo más popular dejó fuera lo que son sin duda las mejores construcciones del lugar, pero permite apreciar ángulos y construcciones rara vez fotografiadas o difícilmente tomadas en cuenta en otro tipo de investigaciones. La falta en Aculco del colorido chillante que algunos consideran propiamente mexicano (como la propia cubierta del volumen reseñado) seguramente decepcionó a los fotógrafos encargados de la investigación de campo, por lo que apenas se incluyeron nueve fotografías de este poblado (dos de ellas atribuidas a otros sitios), que ni siquiera podemos considerar entre las mejores del libro.

Esquina del atrio de la parroquia, torre del reloj y fachada posterior de la Casa del Portal de la Primavera.

La Casa de la Panadería de don Félix Herrera, en la Plazuela Hidalgo.

La Casa del Portal del 5 de Mayo, desde la Plazuela Hidalgo.



Tres aspectos de los lavaderos públicos, fotografiados después de la desafortunada reconstrucción de 2007.

La Casa de la familia Arciniega Basurto, en la Plaza de la Constitución, fotografiada antes de se le adhiriera un impresentable portal.

Vista posterior de la misma casa, tomada desde el Ojo de Agua.

La Casa de la familia Aguilar Sánchez, en la Calle Hidalgo.

La verdadera sorpresa para un servidor, al revisar este libro, fue el observar las fotografías de la hacienda de Buenavista, situada en el vecino municipio de Acambay. La finca, edificada en la típica piedra blanca de Aculco (oscurecida ya por la pátina del tiempo) con sus balcones, portones y ventanas, el frontón triangular de su remate y el torreón cilíndrico de su esquina, parece, en medio de esos campos amarillentos del invierno del altiplano, más un caserón de un pueblo castellano o extremeño que una hacienda mexicana.

Fachada principal de la hacienda de Buenavista, en Acambay.

Obsérvese el hermoso torreón cilíndrico en la esquina de la casa.

Acceso desde las azoteas al torreón cuadrado de la otra esquina de la casa. Al fondo se observan el cerro de Ñado y el cerro del Tifiní.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Casa y portal de don Alfonso Díaz

Los seis arcos de la derecha corresponden al Portal de don Alfonso Díaz, los de la izquierda a su modelo, el Portal de "Los Arcos".

El costado sur de la Plaza de la Constitución de Aculco está formado por tres casas contiguas conocidas tradicionalmente (de oriente a poniente) como "La Casa del Volcán", "Los Arcos" y la "Casa de don Alfonso Díaz". Esta vez hablaremos de esta última, la única de ellas que data de tiempos recientes, pues fue construida a mediados del siglo XX.

Las fotografías más antiguas que se conservan de la Plaza de la Constitución, nos muestran que en el sitio de esta casa existió anteriormente una edificación de pobre apariencia: apenas un muro manchado por la humedad con unas cuantas puertas y ventanas estrechas, sin marcos de cantera ni otra clase de adorno. A diferencia de las casas contiguas, ésta carecía además de la plataforma sobre la que se asientan, que permite salvar el desnivel entre la calle Allende, que queda a sus espaldas, y la propia plaza.

A mediados del siglo XX aquella pobre casa fue adquirida por don Ismael Martínez Arciniega, quien la demolió completamente para edificar en su sitio una vivienda de nueva planta. En su estructura, levantada ahora sí sobre una plataforma como las casas contiguas, la casa de don Ismael se desarrolló con un patio central rodeado por corredores a la manera de la arquitectura tradicional mexicana, aunque más tarde los corredores fueron cerrados con vidrieras para evitar el frío también tradicional en la región. Pero ese patio era el único elemento que la asemejaba a una casa aculquense típica: por lo demás, era un ejemplar característico de su época y por ello desagradablemente contrastante con las edificaciones vecinas: ventanas cuadradas y pequeñas, losa de concreto en sus techos (prolongada como marquesina hacia el exterior), herrería típica de la década de 1950 en sus vidrieras, etc. A su frente, aunque la plataforma continuaba el nivel del piso de los portales antiguos de las casas vecinas, no se le construyó un portal propio.

Al fondo de esta mala fotografía, se observa la casa construida por don Ismael Martínez, con su color amarillento original.

Tras el portal de los Terreros, asoma la casa de don Ismael. Nótese al fondo, bajo el letrero de "Hotel", el portal de "Los Arcos" cuando aún no había sido desollado, aunque ya había perdido su pretil original.

Curiosamente, en los años que siguieron a la edificación de la casa de don Ismael, las autoridades municipales utilizaron con mucha frecuencia su plataforma para realizar actos cívicos, como se aprecia en la siguiente fotografía, en la que don Napoleón Lara Rodríguez pronuncia un discurso un 16 de septiembre.



En la década de 1960, la casa fue adquirida por don Alfonso Díaz de la Vega, quien le dio nuevo nombre a la propiedad y en cuya descendencia se conserva hasta el día de hoy.

En 1974, bajo el "Programa Echeverría de Remodelación de Pueblos", se quiso unificar la apariencia de este inmueble con el entorno arquitectónico y para ello se decidió construir un portal a su frente. Se tomó como modelo para ello el portal inmediato de la casa de "Los Arcos", pero bajo dos condiciones desafortunadas: la primera, que dicho portal de "Los Arcos" había perdido ya para entonces el singular y elaborado pretil que lo adornaba antiguamente, y que con una obtusa visión petrofílica sus dovelas de piedra blanca se habían dejado a la vista.

Vista de la plataforma de la casa de don Ismael, desde el portal de "Los Arcos", en la década de 1960.

La misma vista hoy en día, con el portal construido en 1974.

El portal visto desde el extremo opuesto.

De esta manera, el nuevo portal resultó no en realidad una copia del antiguo, sino una imitación de la apariencia que los arquitectos de ese programa de remodelación le inventaron a aquél. En favor suyo, debemos decir que la forma en la que se sobrepone a la casa resultó muy afortunada para adecuarla al entorno arquitectónico; también, que el uso de los materiales tradicionales -básicamente piedra blanca y viguería de madera- resulta agradable y que, gracias a la altura que alcanza y a pesar de lo grueso de sus arcos y pilastras, posee buenas proporciones y resulta quizá el más vistoso (ciertamente no el más bello) de los portales de la Plaza de la Constitución de Aculco.

Portales del costado sur de la Plaza de la Constitución de Aculco.

Sobre la casa, debemos comentar que hace relativamente pocos años comezó a sufrir nuevos cambios que han determinado su transformación de vivienda en un inmueble con uso combinado habitacional-comercial. Primero, una de las ventanas de su frente se convirtió en puerta y se instaló en ella una taquería. Más tarde, se abrió un par de accesorias en el muro poniente de su plataforma, adornadas con sendas portadas de cantera, que resultan obscuras, estrechas y, sobre todo, chaparras por las limitaciones que impone la propia plataforma. Este proceso no ha terminado aún: hace unas pocas semanas pudimos tomar la fotografía que aparece abajo, en la que se observa la apertura de una tercera accesoria que resultará escandalosamente baja en su altura, a despecho de lo que debería ordenar cualquier reglamento de construcción u algún otro ordenamiento municipal aunque, como todos sabemos, estas normas son en Aculco letra muerta.

Costado poniente de la casa, antes de 1974.

Apertura de nuevas accesorias en el costado poniente de la casa, en agosto de 2009.

La alteración ya consumada, en octubre del mismo año.

Como dato curioso, vale la pena señalar que, cuando en el año 2007 nació la idea de agregarle un portal nuevo a la Casa de Hidalgo, su intención original era la hacer una copia de este portal de la casa de don Alfonso Díaz. Al final, se optó por construir una mala copia del mucho más elaborado y hermoso "Portal de la Primavera", situado en la misma plaza.

Vista reciente del costado de la casa.