jueves, 25 de junio de 2009

Restos de un cementerio perdido

Como todos los atrios de las iglesias principales de los pueblos del virreinato, el de la actual parroquia de San Jerónimo Aculco fue utilizado como cementerio por lo menos desde el siglo XVII y (oficial pero no efectivamente) hasta 1876, cuando se construyó un nuevo panteón, el actual, junto a la desaparecida ermita del Calvario. Muchos años más tarde, a fines de la década de 1950, los padres agustinos que administraban por entonces la parroquia de Aculco decididieron eliminar todos los monumentos funerarios y lápidas del atrio para ajardinarlo y embaldosarlo con lajas, como se aprecia actualmente.

Lamentablemente, de aquellas viejas y grandes tumbas -casi todas del siglo XIX, pero algunas que se remontaban al XVIII- no se conservan más que unas cuantas malas fotografías y algunos restos materiales dispersos.

A la izquierda, el sepulcro familiar de la familia Del Castillo.

En la fotografía que mostramos aquí se observa, al lado izquierdo de la capilla posa noreste, una rara construcción con remate piramidal. Se trataba del sepulcro familiar de la familia Del Castillo. Gracias al historiador de arte Francisco de la Maza, que en su recorrido por la ruta de Miguel Hidalgo y Costilla se tomó unos minutos para copiar las inscripciones de esta sepultura, podemos saber hoy quiénes se hallaban enterrados en él:

Junto a la primera posa está un túmulo con tres gavetas. En la de enmedio yace doña Mariana Legorreta de Del Castillo, nacida en 1759 y muerta en 1846; abajo, su hijo Rafael muerto en 1861, y arriba don Apolonio del Castillo y su esposa Juliana A. de Del Castillo, enterrados allí en 1898. La relación con Hidalgo es la siguiente: la familia Del Castillo fue —y es— dueña de la casa que habitó en Aculco, y doña Mariana Legorreta de Del Castillo fue quien le hizo los honores y lo hospedó en la sala de su casa (Fuente: Francisco de la Maza, "La ruta del padre de la independencia", 1960).

Sepulcro en la base de la torre de la iglesia.

Otra de las tumbas notables que alcanzaron a ser fotografiadas es la que aparece aquí y que se encontraba en la base de la torre del templo. No sabemos a quién pertenecía. Su forma era la de una gran lápida curva en su parte inferior y rematada en la superior por una especie de frontón triangular. Este monumento sobrevivió hasta la década de 1970.

Como ya dijimos líneas arriba, los monumentos funerarios del atrio fueron removidos prácticamente en su totalidad hace 50 años y sus piedras fueron dispersadas y algunas reutilizadas en construcciones de poca monta dentro del mismo recinto del ex convento. Algunos sillares, por ejemplo, sirvieron para tapiar el vano de acceso a lo que fue la capilla de la Tercera Orden. Un par de lápidas de forma oval, sin inscripciones, se integraron a la capilla posa noroeste. También algunas piedras se aprovecharon para el nuevo enlosado, de las que una, muy cerca de la entrada norte del atrio conserva una inscripción casi borrada en la que apenas se pueden leer las primeras letras de la palabra requiescat (descanse):

Antigua lápida que forma hoy parte del enlosado del atrio.

Muro formado con lápidas y otras piedras provenientes de los sepulcros destruidos, que se encuentra en lo que fue la huerta del convento.

Una gran cantidad de lápidas y sillares se usaron al interior del curato, entre lo que fue la huerta y la capilla de la Tercera Orden, para construir muretes y zahúrdas. Pocas lápidas fuerona dar casas particulares. Al final, sólo un sepulcro permaneció en su sitio: el de Leocadio Basurto y su esposa Gertrudis Guisa de Basurto, que permanece todavía en la base de la torre de la parroquia.

Obsérvese la reutilización de sillares de los sepulcros para tapiar la entrada de la derruida capilla de la Tercera Orden.

El atrio, hacia 1960, recién renovado por los agustinos y ya sin sus sepulturas, con excepción de las que se encuentran en la base de la torre.

Lápida de don Vicente Almaraz.

Las lápidas que se encuentran al interior de la huerta del ex convento son las mejor conservadas y legibles. En ésta, de don Vicente Almaraz, se puede leer, respetando su ortografía:

AQUI YACE MI PADRE,
SIGUIENDO CUAL DEBIO,
LA SENDA QUE MI MADRE,
HA TIEMPO LE TRAZO.
TUS HIJAS DESDE EL SUELO
AL DIOS DE LA BERDAD,
DEMANDAN EL CONSUELO,
LLORANDO SU ORFANDAD.
VICENTE ALMARAZ


Lápida de don Luciano Martínez (1892)

EL DIA 17 DE JULIO DE
1892, MURIO EL SEÑOR CURa.
DON LUCIANO MARTINEZ
A LOS 64 AÑOS DE EDAD.
SUS RESTOS LOS CUBRE
ESTA LOSA.
RIP


Lápida de don Lorenzo Martínez (1884).

AL ABRIGO DE ESTA LOZA
DESCANSAN LOS RESTOS DEL SR.
D. LORENZO MARTINEZ QUE MURIO
EL DIA 7 DE NOVIEMBRE DE 1884
A LOS 77 AÑOS DE EDAD.
REQUIESCAT IN PASE.


Lápida y sepultura de don Leocadio Basurto y Gertrudis Guisa de Basurto. Es el único sepulcro que subsiste en el atrio de la parroquia.

Detalle de la lápida de don Leocadio Basurto.

Reutilización de lápidas como elementos ornamentales de la capilla posa noroeste.

Esta lapida con labrados mixtilíneos se encuentra en el enlosado del patio de la Casa de los Lara Mnodragón, en la Plaza de la Constitución.

Lápida de la década de 1870, partida por la mitad, que al parecer cubrió la tumba de la niña Concepción (Mo)rales, fallecida a los tres años de edad. Actualmente sirve de escalón a un salón del ex convento.