miércoles, 21 de octubre de 2009

Bestiario aculquense II

(Continuación de Bestiario Aculquense I)

Los toros de San Lucas Totolmaloya

No menos de ocho relieves que representan sendos toros se encuentran en la bella y sencilla capilla del pueblo aculquense de San Lucas Totolmaloya. El toro es precisamente el símbolo de San Lucas, cómo el águila, el león y el ángel lo son de los otros tres evangelistas.

Los toros de esta capilla aparecen siempre en pares, aunque desconocemos la razón. La primera de estas duplas es la que se labró en la "estampa" del templo, es decir, en el relieve que se colocaba en la cabecera o ábside de estos edificios, como recuerdo de que, tras el muro, se hallaba el sagrario que albergaba las hostias consagradas. Este par de toros, labrados con excesiva sencillez, casi delineados, muestran una extremada delgadez, pero enormes cuernos, colas y genitales, como se aprecia en la fotografía.



El segundo par de toros se halla en piedras independientes que forman sendos medallones exentos en la fachada principal de la capilla de San Lucas. La calidad del labrado es ligeramente mejor, sobre todo en lo que se refiere a las proporciones de los animales. Pero el mayor interés se encuentra en el simbolismo adicional que parecen albergar.



Como se muestra en la fotografía, correspondiente al medallón del lado norte, por encima del animal aparece una serie de elementos extraños: dos rectángulos superpuestos que se apoyan directamente sobre su lomo; una mano, que parece estar colocando un par de plumas, palmas o varas adornadas sobre estos rectángulos. ¿Qué simbolismo encierran estos elementos? No lo sabemos, pero tenemos varias teorías:

1. Sería una especie de glifo toponímico de origen prehispánico del pueblo de Totolmaloya. Esta palabra, de origen náhuatl, significa "donde se atrapan pájaros", formado por las raíces tototl, ave, pájaro y maloyan, atrapar. Como se puede ver en el glifo del pueblo de Michmaloya ("donde se atrapan peces"), la acción de atrapar, es decir, maloyan, se expresa con un brazo muy parecido al del relieve de San Lucas. En cuanto al ave que haría falta para expresar la palabra completa del nombre de este pueblo, habría sido sustituida por una parte suya, las plumas, y la caja podría ser un huacal que estaría reforzando la idea de la captura.

2. Podría tratarse sencillamente de los símbolos o atributos de San Lucas. Por sí mismo, el toro ya simboliza al santo médico. Sin embargo, desde la Edad Media se complementaba a través de un libro, ya que él fue el autor de uno de los evangelios y de los Hechos de los Apóstoles. En la figura de San Totolmaloya, el libro sería la "caja" sobre el lomo del toro, que tal vez muestra incluso esos dos volúmenes apilados. En cuanto al brazo, se trataría propio del santo y las plumas aquellas con las que escribió sus obras, o incluso los pinceles con los que, según la tradición, pintó el verdadero retrato de la Virgen María.

Una variante de esta idea, sugerida por Martxele, es que la "caja" es un tintero. Esta posibilidad se refuerza en vista de otra representación de San Lucas que existe en el municipio de Aculco, que forma parte del cuadro de ánimas que se encuentra en la capilla del pueblo de San Pedro Denxi, como podemos ver en esta fotografía:

San Lucas representado en el cuadro de ánimas de San Pedro Denxi.

3. Respecto a la misma idea de la teoría anterior, se podría considerar una posibilidad cercana: la mala interpretación del modelo que sirvió para elaborar este relieve. Es muy frecuente que en las representaciones del toro de San Lucas, como se ve en el relieve gótico que aquí incluimos, se le incorporaran alas. El par de "plumas" del relieve de Totolmaloya serían sólo una mala interpretación de aquéllas.

Relieve gótico francés del toro de San Lucas.

Siguiendo con nuestro inventario de figuras de toros en Totolmaloya, los siguientes dos pares los encontramos en el pedestal de la cruz que remata la entrada al atrio de la capilla: un par en su cara oriente y el otro en la cara poniente.

Cruz de la entrada al atrio.

Los toros de la cara poniente del pedestal aparecen en sendos recuadros de trazo rectilíneo, mientras que en los de la cara oriente el trazo superior de cada uno de ellos ser curva en arco. Pero lo verdaderamente intersante de este grupo de bovinos es que, si se pone atención en sus costados, se advertirá que aparece grabado el fierro de marcar ganado de la comunidad del pueblo de San Lucas Totolmaloya (una S y una L combinadas), fierro que está documentado en los libros del Archivo Municipal de Aculco.

Toros de la cara oriente del pedestal.

Toros de la cara poniente del mismo.


La serpiente de Santa María Nativitas

Ya hemos hablado en dos ocasiones anteriores del pueblo de Santa María Nativitas, antes llamado Ximiní, al tratar sobre su cruz atrial y su ábside. Esta vez nos detendremos un momento en su fachada ya que, en el nicho que la corona, aparece labrada otra criatura de nuestro bestiario: la serpiente.

Nicho de Santa María Nativitas.

Este nicho, con restos de la policromía que alguna vez lo alegró, alberga una imagen muy maltratada de la Purísima Concepción. Parada sobre un orbe, alrededor del cual se enrosca la antigua serpiente que representa al demonio, su pie aplasta la cabeza de la bestia de acuerdo con la maldición bíblica:

«Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos del días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar»(Gén. 3, 14-15).

El orbe y la sierpe.

Si se observa la foto con detenimiento, se apreciarán las fauces abiertas y la lengua bífida, la forma en la que se labraron las escamas de su lomo, los rombos que forman el diseño de la piel y el cascabel (distinguible más por su sombra) que indica que se trata de una serpiente de cascabel, es decir, un animal que pertenece a la fauna americana.

El águila de tezontle

En la azotea de la casa ubicada en el número 4 de la calle Juárez, que antaño pertenció a don José María Basurto y que actualmente se halla integrada a la Casa de don Juan Lara Alva, existe esta interesante escultura exenta de un águila realizada en tezontle.



Anteriormente el águila estaba colocada sobre la cornisa del inmueble, mirando hacia la calle, la cual recibió precisamente el nombre de Calle del Águila hasta 1892, en que cambió su nombre original por el del Benemérito. Como es evidente, el águila carece de cabeza y una de sus alas está rota. Fue el efecto de una bala certeramente disprada contra ella en los años de la Revolución, lo que provocó además que se le retirara de su emplazamiento original para librarla de más ataques.

Es difícil saber a qué se debía su presencia en esa casa. Alguna vez se ha sugerido que podría tratarse de una pieza prehispánica, pero la calidad del labrado de sus plumas -muy distinto al de las piezas mexicas-, la postura y la forma en la que despliega sus alas, parecen muy posteriores. Es más probable que se trate de una pieza colonial y quizá aún republicana, posterior a la independencia de México. La cabeza faltante quizá habría resuelto el enigma, pero un dato importante es que, en su parte posterior, presenta una cavidad que podría sugerir su uso como portaestandarte.

Continúa: Bestiario aculquense III