martes, 7 de septiembre de 2010

Historia o leyenda: el "Palo Bendito"

El "Palo Bendito" hacia 1995.

Hace unos días, la prensa del Estado de México publicó que en los distintos municipios que componen esta entidad serán plantados sendos "árboles bicentenario", retoños de un antiguo encino bajo el que -según la tradición aculquense- Hidalgo celebró una misa para las tropas insurgentes después de la batalla del 7 de noviembre de 1810. La semana pasada, ni más ni menos, el retoño correspondiente a Aculco fue plantado en una mal ubicada jardinera construida en el jardín de la Plaza de la Constitución, con una placa que, por cierto, viola además las disposiciones sobre imagen urbana contenidas en los artículos 50 y 51 del Bando Municipal.

Curiosamente (quizá por temor al albur) la inmensa mayoría de esas notas de prensa se refieren al encino aculquense como el "Árbol Bendito", cuando en realidad en nuestro pueblo siempre se le ha conocido como el "Palo Bendito".


El retoño plantado en Aculco, del portal soymexiquense.com

Tronco del "Palo Bendito", el sitio donde según la leyenda Hidalgo habría celebrado una misa el 7 de noviembre de 1810.

Nunca será mala idea plantar un árbol, Mucho menos proteger, como se está haciendo, a un viejísimo ejemplar que tiene tantos años (según la cuenta de Probosque son 325, lo que lo convierte en contemporáneo de la iglesia parroquial de Aculco). Sin embargo, me parece que el Gobierno del Estado de México se ha tomado demasiado en serio la leyenda aculquense, cuando en realidad parece haber muy poco fundamento histórico que sostenga esa tradición. Y esto ha provocado también varios "resbalones" de personajes políticos de la entidad, al tratar de convertir en historia lo que, como veremos, parece ser sólo un mito. Es el caso de Jorge Fuentes Zepeda, coordinador administrativo de la Secretaría del Medio Ambiente estatal, quien en este video da más de un traspié al afirmar que después de Aculco pasó Hidalgo por Ixtlahuaca, y que la del "Palo Bendito", habría sido la última misa de este personaje antes de su excomunión.

El "Palo Bendito" en la actualidad.

Pero sigamos adelante. El árbol bajo el que se dice celebró misa el cura de Dolores, se encuentra sobre la Carretera Panamericana, cerca del kilómetro 115 y a unos siete kilómetros de distancia del pueblo de Aculco en dirección al noroeste, hacia San Juan del Río, Querétaro. La leyenda que lo vincula con la estancia de Hidalgo en el pueblo es firme, bastante antigua y seguramente no existe aculquense que la desconozca. De hecho, en 1960, con ocasión del sesquicentenario del inicio de la Guerra de Independencia, las autoridades federales "oficializaron" de alguna manera esta tradición local al colocar en sus inmediaciones una de las 260 copias de la escultura "El Águila Tendida" del escultor Chávez Morado, que señalan la ruta de Hidalgo desde su parroquia hasta el patíbulo de Chihuahua.

El árbol ya rendido sobre su costado, antes de que empezara su rescate por parte de Probosque.

La leyenda del "Palo Bendito" sólo asegura que Hidalgo, comos sacerdote que era, celebró misa bajo sus ramas durante su estancia en Aculco, que de acuerdo con nuestras investigaciones se puede precisar entre el 5 -día de su llegada registrada en las Actas de Cabildo municipales tardíamente, hacia 1825- y el 7 de noviembre de 1810, cuando huyó tras la derrota que le infligió el general Calleja en la mañana de ese día. Algunas versiones agregan que la misa se celebró precisamente en su escape, lo que ubicaría el hecho en esa última fecha.

El árbol, ya con el pretil construid por probosque para proteger sus raíces.

Acontecimientos de la relevancia que tuvo la Batalla de Aculco suelen dejar en la memoria colectiva recuerdos que se transmiten por generaciones, y que tal vez con un poco de suerte llegan a ser escritas y con ello fijados sus detalles, pero que la mayoría de las veces se mantienen como tradición oral, variable por su misma naturaleza. En el caso del "Palo Bendito", la tradición es precisamente oral, y desafortunadamente entra en contradicción con los testimonios contemporáneos, con el desplazamiento más probable de los ejércitos insurgentes sobre el terreno, así como con otras leyendas locales de las que se conservan también vestigios materiales.

Vayamos por partes. En primer lugar, la historia nos dice que desde el momento en que el cura de Dolores se asumió como líder del movimiento insurgente adoptó su nueva posición militar y cesó sus funciones sacerdotales (aunque su carácter de tal, por supuesto, no desaparece). Él mismo, durante el juicio que se le siguió tras su captura en Acatita de Baján, aseguró que desde el inicio de la sublevación "se había abstenido de celebrar misa por considerarse inhábil", y las relaciones históricas más verídicas y precisas generalmente nos lo señalan asistiendo a estas funciones en un lugar privilegiado, pero jamás oficiando, lo que llevaban a cabo los numerosos capellanes castrenses que acompañaban al ejército. Así pues, tenemos el testimonio del propio Hidalgo y de varios cronistas que aseguran que no volvió a celebrar una misa desde el 16 de septiembre de 1810.

Placa colocada en 2005 que relata sumariamente la leyenda local.

El segundo punto tiene que ver con la temporalidad. Antes de verificarse la batalla, Hidalgo dispuso de mucho tiempo para la celebración de misas, prácticamente dos días, y es casi seguro que alguna se llevara a cabo. Sin embargo, después de la batalla el escape fue tan precipitado que no habría habido oportunidad alguna de detenerse en ese punto a celebrar el Santo Sacrificio, menos una de aquellas misas en latín que podían durar dos horas. Testimonio elocuente sobre las circunstancias de la huída de Hidalgo es el de su escolta, el alfarero de Dolores Pedro Sotelo:

Fue tal el terror que causó el estrago de las balas enemigas en nuestra gente, que no se pensó más que en la fuga, comenzó a correr la gente por el rumbo del poniente, para ocultarse en una sierra pequeña que a este rumbo teníamos; se desampararon las piezas y se abandonó el campo de batalla, porque el enemigo nos venía flanqueando por ambos costados.
Triunfó Calleja, y se hizo dueño de armas, dinero, parque y todo cuanto era de nuestro ejército.
Yo iba muy inmediato al señor cura, pero al llegar a la sierra [de Ñadó] como no llevábamos camino alguno, tomamos cada uno el punto más cómodo que nos pareció para subir dicha sierra, y esto dio motivo para que nos perdiéramos de vista, y nos separáramos dispersos por distintos puntos.


Esto es, no hubo tiempo de celebrar ninguna misa en la huída... ni habría habido quorum: tan pocos insurgentes acompañaron a Hidalgo en ésta, que hasta su propio escolta se apartó de él.

Cabeza de Águila (El águila tendida) inmediata al "Palo Bendito", una de las esculturas colocadas en 1960 que pretenden señalar la ruta de Miguel Hidalgo.

Ahora bien, ya que no pudo celebrarse misa alguna antes de la batalla. ¿por qué no pensar que pudo celebrarse antes de ella? Es una buena posibilidad, pero la geografía contradice esta opción. El "Palo Bendito" se encuentra alejado de los caminos más importantes que existían en aquel entonces (y que habrían sido los más a propósito para transitar por la muchedumbre insurgente en septiembre, a fines de la temporada de lluvias en el Altiplano), pero sobre todo apartado de la posible ruta que siguió Hidalgo en tierras aculquenses. Hidalgo, no debemos olvidarlo, después de la Batalla del Monte de las Cruces y tras avistar la ciudad de México desde las lomas de Santa Fe, decidió retroceder y dirigirse a Querétaro. Enfiló hacia el norte con la intención de llegar al Camino Real de Tierra Adentro, que posiblemente intentaba tomar a la altura de Arroyozarco, pero poco antes de llegar a este punto fue informado de que ya se hallaba en él el brigadier Calleja con las tropas realistas procedentes de San Luis potosí.

"Mandó hacer alto" -nos dice José M. de la Fuente en su obra Hidalgo íntimo, "acampando en un lugar despoblado, en donde pasó aquella noche, y al siguiente día preguntó Hidalgo qué poblacíón había allí cerca y le dijeron que San Jerónimo Aculco, perqueña población situada entre dos lomas, y se dirigió a ella a donde llegó poco antes de oscurecer." Precisa Castillo Ledón en su libro Hidalgo, la vida del héroe: "a la IZQUIERDA, entre dos lomas, se encontraba el pueblo de Aculco".

Estas descripciones, junto con la trayectoria general que debió seguir el ejército insurgente (confirmada por la tradición local que asegura que pernoctó en la actual comunidad de El Azafrán), nos permiten pensar con razonable certeza que Hidalgo entró al pueblo desde el sureste, a través de la vega que forma el río de Santa María. Se aposentó entonces en la que era una de las principales casas del lugar, la de doña Maríana Legorreta de Del Castillo, en la plaza principal del pueblo, y parece ser que no se apartó de este punto. Dos días después, la mañana del 7 de septiembre, su ejército se desplegó en las Lomas de Cofradía, como ya hemos explicado en otro artículo. Una vez consumada la derrota, la huida fue en dirección contraria de donde provenía el ataque de Calleja y, como vimos en la narración de Sotelo, la ruta particular de Hidalgo fue a través de las montañas. Como podemos apreciar, en todo el periplo de Hidalgo por tierras aculquenses no hubo motivo ni oportunidad para que las tropas se desplazaran seis kilómetros más hacia el noroeste para llegar al "Palo Bendito". Si se dio, como debió darse, una misa de campaña en Aculco, debió celebrarse en un punto muy distinto.

Ubicación del "Palo Bendito" y otros puntos importantes relacionados con la estancia de Hidalgo en Aculco.

Y es precisamente aquí donde viene al caso otro testimonio, esta vez material: empotrada en un muro de la Hacienda de Cofradía (en cuyos terrenos, debemos recordarlo, se verificó la Batalla de Aculco), existe una piedra de cantera que lleva grabada la frase "aquí celebrando misa" y el año de 1810. Originalmente esta piedra se encontraba en las inmediaciones de lo que fue el Salto de Cofradía (donde hoy se halla la cortina de la presa del mismo nombre) o menos probablemente del Salto del Tixhiñú, y señalaba -también según la tradición- el punto en el que Hidalgo habría celebrado otra misa. No repetiremos la argumentación sobre la veracidad o falsedad de estas misas de Hidalgo (lo que, además, se repite en toda la geografía de la primera insurgencia), pero en este caso el testimonio resulta apreciable por dos circunstancias: es un documento escrito, aunque esté labrado en piedra, no modificado por la tradición oral, y su ubicación original responde mejor a los desplazamientos de Hidalgo, e incluso se le puede situar justo en el campo de batalla, donde bien podría haberse celebrado una misa previa al encuentro con las tropas de Calleja.

Finalmente, el propio árbol, pese a su ser impresionante por su vejez y su belleza (lo era más antes de que el viento lo tirara de costado hace pocos años), no es prueba fechaciente de que bajo su sombra haya ocurrido un acontecimiento relevante. Tomemos en cuenta que hace doscientos años el árbol debió ser mucho menos notable. Un encino con los 125 años que tendría entonces, considerando la lentitud con la que crece esta especie, no debió ser todavía un árbol imponente. De seguro, en aquellos tiempos anteriores a la gran explotación de carbón de fines del siglo XIX y principios del XX, no era un árbol digno de mención ni de atención en un terreno que debió contar con cientos de ellos. De esta manera, aunque hoy en día sea un ejemplar muy notable, en aquel entonces no es probable que atrajera la mirada de los insurgentes para celebrar una misa bajo su sombra, que debió ser todavía exigua.

Plantación de un retoño del "Palo Bendito" en el municipio de Tepotzotlán.

En conclusión, la leyenda del "Palo Bendito" es prácticamente imposible de sostener desde el punto de vista histórico. En cuanto a su vertiente legendaria, no se puede descartar que tenga algún fundamento relacionado ciertamente con episodios de la Guerra de Independencia, aunque difícilmente podría ser el de la estancia de Hidalgo en el pueblo. Pese a todo, es seguro que persistirá como hasta hoy la creencia de que Hidalgo celebró ahí una misa y resultará imposible convencer a un aculquense de lo contrario. Y así, como leyenda, debe preservarse ese recuerdo.

NOTA: Varias de las fotos que aquí se pueden ver son del autor del magnífico blog Cabezas de Águila, que te recomiendo visitar.