lunes, 20 de diciembre de 2010

Dos bancas del siglo XIX... y otras de éste

Una banca civil



Antaño, era común ver en las casas de Aculco una banca colocada junto a uno de los muros del cubo del zaguán. Esta banca servía generalmente como una especie de recibidor, donde tomaban asiento las visitas ocasionales a las que no era necesario dar un trato más formal que requiriera atenderlas al interior de la casa. En los pocos días calurosos de los meses de abril y mayo, eran utilizadas también por algún vecino que, agotado por el sol, tomaba un momento de reposo en ellas, pues entonces las puertas de las casas de este pueblo permanecían abiertas en el día, sin temor de sus dueños a sufrir algún robo o intrusión.



Como tantas otras costumbres aculquenses, la de colocar una banca en el acceso principal de las casas terminó por perderse. En algunas ocasiones, las viejas bancas simplemente ya no fueron reparadas o sustituidas por otras nuevas. Otras veces fueron retiradas para permitir la entrada de automóviles y relegadas a los corredores de las casas, o al olvido. Por fortuna, todavía se pueden hallar, aquí y allá, ejemplos de esos muebles, todos ellos de factura muy variada: desde el simple banco de tres piezas de madera sin resplado hasta la sólida y más elaborada banca del siglo XIX que mostramos aquí.



Esta banca se encuentra en una de las casas de la Plaza de la Constitución y está elaborada en algún tipo de madera inmune a la polilla. Aunque es sin duda más sólida que hermosa, su constructor le agregó un toque de gracia en la balaustrada que forma el respaldo. Su técnica es mixta, ya que en parte tiene ensambles con espigas en su respaldo y patas, pero algunas otras de sus partes (como el asiento) están unidas o reforzadas con clavos de hierro. Originalmente era quizá unos diez centímetros más alta, pero sus patas fueron recortadas en la década de 1960. Entonces perdió la chambrana original, que sólo muchos años más tarde fue reemplazada por la chambrana actual unida con tornillos y de calidad inferior. El mueble mide cerca de dos metros de largo.


Una banca religiosa



Aunque hoy en día nos parezca extraño, las iglesias eran antiguamente escasas en bancas o cualquier tipo de asiento para los feligreses (aunque, por supuesto, existieron magínficas sillerías de coro, sillones y misericordias utilizadas por los clérigos). Durante el culto, los asistentes permanecían generalmente de pie o de rodillas, sin otra cosa para mitigar su incomodidad que los habituales pisos de madera de mezquite. Las largas bancas apostadas en toda la nave sólo se generalizaron después de la segunda mitad del siglo XIX y, como es posible advertir en cualquier visita a un templo antiguo, aún los ejemplos de esa centuria resultan escasísimos. De ahí la importancia de la banca que aparece aquí, ubicada actualmente en uno de los salones de la planta baja del antiguo convento de Aculco.



En su estructura, la banca es muy parecida al ejemplo "civil" reseñado líneas arriba: la construcción de sus patas es prácticamente idéntica, si bien por su mayor longitud (cerca de dos metros y medio) se le agregó un refuerzo que, curiosamente, no está centrado, y la razón de ello parece hallarse en una grieta en el asiento que debió forzar al carpintero a colocarla ahí. Pero la diferencia principal se halla en su respaldo, que no está formado por una balaustrada sino por un gran tablón sujeto por clavos de hierro. Esto le da un aire de gran austeridad que hace casi parecer frívola a la otra.


Una banca charra

Y charra en varios sentidos. En primer lugar, por el uso de herraduras de caballo soldadas para formar sus patas, pero también en el de la tercera acepción del Diccionario de la Real Academia: de mal gusto.

Siempre me ha parecido que utilizar piezas rústicas o antiguas fabricadas con determinado fin para construir nuevos objetos o elementos con una finalidad muy distinta es lamentable. Me refiero a cosas como ruedas de carreta incorporadas a ventanas o formando candiles, herraduras de caballo o yugos usados como percheros, etcétera. Estas bancas se avienen al tipo de artesanía rústica y chabacana que nos suele regalar aquellos ejemplos.

En fin, estas bancas del "Aculco que es", colocadas además en un sitio muy visible, frente a uno de los edificios más emblemáticos del pueblo, la Casa de Hidalgo, son muestra fehaciente de la pérdida del gusto común a nuestros tiempos, sobre todo al compararlas con las anteriores, las del "Aculco que fue". No faltará quien me diga que difícilmente podrían haberse copiado bancas como las antiguas para colocarlas en un portal público, y bastante razón llevará en ello. Pero aún así, tal consideración no contradice lo evidente para todos: la fealdad, ramplonería y cursilería de estas vigas con patas.

Fotografía cortesía de Benjamín Arredondo.

ACTUALIZACIÓN: 2 de enero de 2012

Pero para bancas charras qué mejor que ésta, a la que sólo le falta lanzarse a bailar un jarabe, ubicada también en el portal de la Casa de Hidalgo: