domingo, 9 de marzo de 2014

La Batalla de Aculco en el Romancero de la Guerra de Independencia

 
Rafael Ruiz Rivera (1865-1932) fue un escritor mexicano nacido en Jaral del Progreso, Guanajuato, mismo lugar en el que falleció. En 1880 ingresó al Colegio del Espíritu Santo de Santiago Maravatío, Guanajuato, en el que cursó latín, lógica, literatura, metafísica y moral como parte de su preparación al sacerdocio. Sin embargo, interrumpió sus estudios por falta de vocación y regresó a su ciudad natal, donde desarrolló su actividad como autor y editor. En 1903 fundó, en colaboración con su amigo Fulgencio Vargas Ortiz, dos periódicos La Voz del Jaral y Renacimiento. Años después, en 1914, fundó también la revista quincenal "Flor de Lis". En esas y otras publicaciones foráneas dio a conocer muchos de sus textos literarios, obras casi todas de carácter romántico, heroico y legendario, como los poemas “Piedras y Bronces”, “Lirios y Lágrimas”, “Rosas Fúnebres”, “Hojas de Tulipán” y el drama en verso “Las Campanas de la Profesa”. Cultivó también la prosa con obras como Mi resumen Epistolario y la novela Matilde o la Cruz Solariega.

Don Rafael publicó un tomo con sus Romances históricos*, coincidiendo con la celebración del Centenario de la Independencia de México en 1910, impreso en los talleres tipográficos del periódico El Tiempo. La obra recibió el primer premio en el Certamen Nacional de Literatura, convocado con motivo de aquellos festejos. Ese mismo año varios de sus poemas fueron incluidos en los dos tomos del Romancero de la Guerra de Independencia, editados por Victoriano Agüeros como parte de su colección Biblioteca de autores mexicanos (volúmenes 71 y 74), donde se compilaron también obras de Vicente Riva Palacio, Guillermo Prieto, Manuel Acuña, José Rosas Moreno, Francisco Sosa, Rafael Ceniceros y Villarreal, etcétera. Entre los romances de Ruiz Rivera se encuentra uno titulado "Hidalgo", que forma parte del tomo II del Romancero. Se trata de un poema bastante extenso, que abarca desde la sublevación del cura de Dolores hasta su ejecución y que dedica una parte a la Batalla de Aculco. Por ser poco conocido, quiero presentarlo aquí a los lectores del blog Aculco, lo que fue y lo que es, aunque con la prevención de que el poco atractivo aspecto con el que describe al pueblo ("jacales cenicientos") deriva seguramente de su desconocimiento del lugar, pero sobre todo de la influencia que el "Romance de Aculco" -escrito años antes Guillermo Prieto e igualmente despectivo con la imagen de este pueblo- tuvo en él. Por lo demás, la descripción de la batalla es poco precisa históricamente y debemos ver este romance sólo como lo que es: una obra literaria. Incluso la narración de la ejecución de los prisioneros quintados es errónea, como quedó claro cuando tratamos en este mismo blog el tema del Tamborcito de Valladolid. Pese a todo, no deja de agradarme la visión sobrenatural con que Ruiz Rivera quiso concluir sus versos: Desde entonces en la falda / de aquellos pelados cerros / vense en la noche vagar / largas hileras de espectros...

* Romance: Combinación métrica de origen español que consiste en repetir al fin de todos los versos pares una misma asonancia y en no dar a los impares rima de ninguna especie (Diccionario de la R.A.E.).






VIII
LA BATALLA DE ACULCO
__________
I

Desandando las montañas,
repasando los senderos
que escalaran como cóndores
los caudillos insurrectos
descienden por el camino
que formando vericuetos
conduce desde Toluca
a la ciudad de Querétaro.
Después de cuatro jornadas
distinguen allá a lo lejos
el cuadro triste y sombrío
de un melancólico pueblo.
Es Aculco (San Jerónimo)
que al pie de estériles cerros
indolente desparrama
sus jacales cenicientos.
Hacen alto los indianos;
y los últimos reflejos
van del sol a juguetear
sobre el ancho campamento.
Negras sombras poco a poco
de los montes van cayendo
y en sus mortajas y pliegues
el paisaje queda envuelto.
Sólo las tristes hogueras
con su rojo parpadeo
iluminan la montaña
como cráteres sangrientos.

II

Más allá, tras un recodo,
y a las espaldas del pueblo
los realistas vivaquean
confiados, somnolientos;
en pabellones descansan
los fusiles, y no lejos
de Arroyozarco las trojes
se levantan como espectros.
Calleja se halla en persona
al frente de aquel ejército
con potente artillería
y magníficos pertrechos.
Sus avanzadas recorren
olfateando cual sabuesos
la maleza y los peñascos
  de aquel paraje desierto.
Así discurren las horas
y del alba al reverbero
se miran cinco columnas
de guerreadores iberos.
Como manga de tormenta
dirígense hasta los cerros
donde Allende los recibe
con cataratas de hierro;
retroceden, y formando
línea candente de acero
sobre los indios disparan
sus relámpagos y truenos.
Pronto Calleja dispone
terrible, audaz movimiento
que con furia va a envolver
la espalda del insurrecto.
Los indígenas se aturden
y sin orden ni concierto,
se retiran al azar
por encontrados senderos:
Allende va a Guanajuato
de mal humor y violento,
en tanto a Valladolid
Hidalgo mancha sereno.

III

Desesperado Calleja,
al ver de sus garras lejos
a los héroes que soñara
ver en cadalso cruento,
descargó toda su rabia
en los pobres prisioneros
que quintados allí mismo
con entereza murieron.
Desde entonces en la falda
de aquellos pelados cerros
vense en la noche vagar
largas hileras de espectros.
El viajero o peregrino
que los mira desde lejos,
siente en su alma palpitar
todo un mundo de recuerdos;
y una voz que eterna vibra
como de Dios el acento,
le dice que los valientes
que en ese campo cayeron
firmaron con noble sangre
la Independencia de México.


Si quieres saber más sobre la obra Romancero de la Guerra de Independencia, puedes leer este texto.

Además, como simple detalle cuirioso, a partir del minuto 5:10 del siguiente video, puedes ver una recreación de la Batalla de Aculco del 7 de noviembre de 1810, realizada para la telenovela La Antorcha Encendida:

Batalla de Aculco.