miércoles, 30 de agosto de 2017

¿Aculco de Espinosa o de Espinoza?

Justo en vísperas de la fiesta patronal de san Jerónimo del año de 1954, la Legislatura del Estado de México aprobó un decreto por el que la cabecera municipal de Aculco perdió oficialmente la parte de su nombre que lo ligaba con aquel santo y recibió a cambió el apellido de don Ignacio Espinosa Martínez, filántropo local al que el pueblo le debe entre otras cosas la fundación del Hospital Concepción Martínez (que lleva ese nombre por su madre). Pero si cuando se llamaba San Jerónimo Aculco con gran frecuencia su nombre se veía escrito como "San Gerónimo Aculco" (y esta ortografía, con "g", resulta además la más abundante en documentos históricos que se refieren a él), con su nuevo nombre resultó que también en innumerables ocasiones lo vemos escrito -incluso en documentos oficiales- como "Aculco de Espinoza", con "z".

Pero lo cierto es que la ortografía que le corresponde es con "s". Así escribía su apellido don Ignacio y lo siguen haciendo de la misma manera sus familiares cercanos y lejanos. Incluso el decreto original respetó dicho uso, como se puede ver con claridad en el número 28 de la Gaceta del Gobierno del Estado de México del miércoles 6 de octubre de 1954, en la que se publico del decreto correspondiente.

Un detalle más en el que acostumbro insistir: sólo la cabecera municipal lleva el nombre de Aculco de Espinosa, no el municipio que se llama simplemente Aculco.

sábado, 26 de agosto de 2017

Aquí estuvo la escalera más hermosa de Aculco

Hace ya mucho tiempo escribí en este blog acerca de la Casa del Puente, una de las grandes casonas virreinales de Aculco, que fue estúpidamente demolida en la década de 1960 para dejar en su lugar prácticamente un baldío. Sobrevivieron apenas el portal que da a la plazuela José María Sánchez y Sánchez, su gran acceso enmarcado en cantera que se abre hacia dicho portal, unas habitaciones hacia la calle de Iturbide que también acabaron por desaparecer años después y, al interior, el cuerpo de construcción de mampostería de piedra blanca, tezontle y "piedra maciza" que albergó un día su escalera.

Pese a su ruinoso estado actual, los restos de esta señorial escalera todavía nos sirven para imaginarla en su mejor momento. Conserva, por ejemplo, el arco carpanel de acceso desde el patio, apoyado en un par de capiteles de orden toscano en cantera de buena factura. A su izquierda se observan dos vanos: el superior parece corresponder a la ventana del rellano; el de la parte baja a un acceso semienterrado a los sótanos que tuvo esta casa y que la distinguían entre todas las casas del pueblo.

Al interior de este cubo se observa un amontonamiento de piedras que quizá son los restos de la propia escalera, si bien los escalones de cantera fueron reutilizados al parecer en la fachada de un inmueble nuevo que se construyó parcialmente en su sitio. Al fondo se abre todavía el hueco de una alacena que se ubicaba en el descanso de la misma.

En el extremo opuesto y también bajo el arco de acceso se pueden ver todavía los restos del aplanado de cal y arena que cubrió en su totalidad sus paredes. Conserva este aplanado restos de policromía de diversas épocas y colores. El más antiguo corresponde quizá a a una capa de color amarillo con sillares fingidos que más tarde se cubrió de azul y al final de su existencia se adornó con un guardapolvo rojizo, época en que también se pintaron de ese color el arco, las pilastras e incluso los capiteles de cantera.

Escalinatas de esta importancia en Aculco sólo las hubo en el convento y en el Hotel de Diligencias de Arroyozarco. Por ello es más de lamentarse su pérdida, más cuando correspondió a una casa que fue por muchos otros motivos verdaderamente excepcional.

viernes, 18 de agosto de 2017

Santiago Oxthoc Toxhié y la restauración de su capilla

En febrero pasado alertaba sobre la demora en el inicio de los trabajos de restairación de la cubierta de la capilla de Santiago Oxtoc-Toxhié, uno de los pueblos con mayor presencia indígena otomí de nuestro municipio de Aculco. No era para menos ya que el proyecto fue anunciado en diciembre de 2015 y refrendado cerca de seis meses después en una visita al propio pueblo de Toxhié por parte de las autoridades del Ayuntamiento. Aunque con una larga demora difícil de explocar, por fortuna los trabajos preliminares para estas obras han comenzado ya, a cargo del Arq. Lázaro González Frutis.

Originalmente se había contemplado que la restauración abarcara las cubiertas de la nave del templo y de la sacristía. Sin embargo, por petición de los propios vecinos el proyecto original se modificó para que las maderas de la techumbre que quedan a la vista desde el interior sean también restauradas y en consecuencia por ahora no se tocará la cubierta de la sacristía.

En otro post prometo hablarles después acerca de la historia de Santiago Toxhié. Por ahora déjenme ocuparme solamente de su capilla, una de las más interesantes de toda la jurisdicción municipal.

La capilla señala el centro del pueblo, que se ubica apenas a unos 12 kilómetros en línea recta al sur de Aculco de Espinoza, si bien lo accidentado de su ubicación, rodeado de cerros, dificulta un tanto el acceso. El sitio, pese a las numerosas viviendas nuevas, conserva el patrón de asentamiento disperso característico de los poblados de raíz otomí de la zona, en el que las casas no forman una agrupación compacta sino que se levantan entre las milpas y junto a los caminos. La capilla continpua siendo el inmueble de mayor altura y relevancia del lugar.

Indudablemente debió existir donde hoy se levanta el templo una capilla en el siglo XVI, pero no parece haber quedado algún vestigio visible de esa construcción. Lo que hoy podemos contemplar se remonta a principios del siglo XVIII, con el significativo añadido del campanario a mediados del siglo XIX. Es fácil advertir que el desconocido arquitecto de la capilla dedicada a Santiago se inspiró en el templo parroquial de Aculco, si bien edificándolo con dimensiones mucho menores, empleando menos recursos y utilizando materiales más humildes. El resultado fue una interesantísima muestra de arquitectura popular indígena que, aunque, sobria, evoca en sus detalles el gran estilo barroco de la época.

La planta de la capilla señala claramente dos espacios bien diferenciados: la nave única cubierta con viguería y tejado, con tapanco, y el presbiterio, más angosto que ella y cubierto por una cúpula. Acaso esto también indica una mayor antigüedad del presbiterio, que pudo haber sido una capilla abierta aislada antes de que se le agregara la nave al frente. Al sur del presbiterio se levanta perpendicularmente la sacristía y, formando un estrecho callejón con la nave, una casa anexa de construcción moderna.

El atrio estuvo limitado anteriormente sólo con bardas de "piedra sobre piedra", pero hará apenas unos diez años que se le construyó una barda de mampostería que, por alguna extraña razón, no abarcó toda su antigua superficie, especialmente hacia el norte y el este. Tuvo este atrio su cruz atrial de piedra al centro sobre un masivo pedestal de dos cuerpos, el inferior casi cúbico y coronado por una cornisilla, y el superior de media esfera. Muy lamentablemente este pedestal fue destruido y la cruz atrial corona ahora el moderno acceso al atrio, fabricado en mampostería de cantera rosa. Sería prudente intentar en algún momento la reconstrucción del pedestal y colocar de nuevo ahí esta cruz atrial, en el sitio para el que fue labrada.

Adornaban también este atrio varios credros de bastante altura igualmente retirados ya.

La fachada de esta capilla -igual que la de la parroquia de Aculco- se desarrolla en varios cuerpos horizontales separados por molduras y tres calles verticales divididas por machones verticales. El remate de perfil triangular que se quiebra o forma un "escalón" a la altura de los machones centrales, para formar un triángulo menor, sigue directamente las líneas del gablete de aquella parroquia. Sin embargo, difiere de ella significativamente en los materiales, pues no empleó la cantera en sus paramentos sino una rústica mampostería enfoscada. De igual manera la relativa abundancia de detalles ornamentales del templo de Aculco se reduce aquí a lo esencial: el arco de cantera del acceso principal, un par de hornacinas vacías a sus lados, la ventana del coro adornada con relieves muy rústicos, el nicho que bajo una venera guarda un relieve pintado del apóstol Santiago en su caballo, un par de gárgolas que emergen de los machones laterales y una estrella o sol casi en la cúspide. Sobre la cornisa se yerguen dos imágenes de bulto en piedra, que parecen representar a san Pedro y san Pablo (aunque parece ser que la tradición local los identifica con los encomenderos). Una antigua cruz remata la composición y frente a ella, cubriendo parte de su pedestal, se colocó una escultura de ave con las alas extendidas que parece representar la paloma del Espíritu Santo.

Al lado derecho de la fachada se levantó un contrafuerte inclinado que la oculta parcialmente.

El primer cuerpo de la torre es contemporáneo de esta fachada, lo que se descubre en una fecha que lleva inscrita: 1708. En la cara oeste de este primer cuerpo fueron empotrados un par de corderos pascuales de piedra, cada uno de ellos mirando hacia el lado opuesto, que siempre me han parecido fascinantes por su carácter arcaico, casi románico o gótico, y que pueden señalarse entre las mejores piezas escultóricas en piedra de todo el municipio. Sobre este pedestal se desplanta el campanario de dos cuerpos rematado por un chapitel que recuerda una mansarda, el cual fue edificado entre 1858 y 1860 por el maestro don Juan Llerende, como reza una inscripción. Las campanas pertenecen también a la década de 1860.

Un elemento interesante que conocí ya fuera de su ubicación original fue un reloj de sol hecho en cantera, que estaba malamente colocado sobre el arco de entrada al atrio antes de su reciente reconstrucción. Parece ser que todavía se encuentra ahí en el atrio, entre otras piedras descartadas. Ojalá en la restauración en curso se consiga por lo menos reubicarlo en un sitio en el que esté menos comprometida su supervivencia.

El presbiterio se aloja en un alto cuerpo prismático, cubierto como ya mencioné por una cúpula de media naranja (aunque lo defectuoso de su construcción le da una forma muy poco regular). Corona la cúpula una cruz de doble travesaño sobre un peestal que evoca sin serlo una linternilla, mientras que los ángulos de los muros tuvieron sendos remates de los que sólo se conservan los dos posteriores. Una cruz más se yergue sobre el testero y desaguan la cubierta cuatro gárgolas que evocan muy cercanamente por su extremo en forma de flor las del templo parroquial y del antiguo convento. En el muro de la "estampa" existe un curioso relieve con flores y una cruz.

El interior de la capilla de Santiago Toxhié es oscuro, ya que se ilumina solamente por la puerta de entrada, la ventana del coro y un par de óculos en los muros laterales del presbiterio. Entre la nave y el prebiterio se ubica el "arco triunfal" de cantera, que lleva labrada en su clave una figura que puede ser la de un ángel (por los relieves en forma de ala a los lados) o la de un sacerdote (pues parece llevar sobre la cabeza un bonete). La viguería del tapanco está pintada de azul y se apoya en canecillos labrados, de los que los más cercanos al arco triunfal son más largos y están labrados en forma de león. El coro, también de madera, es de poca altura y se halla muy maltratado.

El altar mayor parece ser demasiado moderno. Por su remate formado por tres frontones triangulares excesivamente peraltados y coronados por una cruz el del centro y ráfagas los laterales, se puede afirmar que está inspirado en un retablo neoclásico, si bien éste es poco más que una gran vitrina. Al pie del altar se colocan las antiguas imágenes procesionales de Santiago el Mayor y el Menor (según me han dicho), ambos sobre caballos blancos y casi indistingubles uno de otro. A lo largo de la nave se hallan otros altares y cuadros, las banderas que los habiatntes de Toxhié usan en sus procesiones (y que probablemente están emparentadas con la bandera insurgente de Aculco), etcétera.

La parte del templo que habrá de intervenirse en la actual restauración comprende todos los elementos de madera del tapanco de la nave, el interesante terrado que se ubica encima suyo, con curiosas canalizaciones para el agua de lluvia que se filtra, los morillos que sostienen la cubierta a dos aguas y la totalidad del tejado. La obra se realizará con recursos a partes iguales del FOREMOBA/CONACULTA y del municipio de Aculco.