lunes, 1 de enero de 2018

La capilla de Cabresteros

Cabestro es la cuerda que se amarra a la cabeza o al cuello de un caballo para llevarlo a pie o desde otro caballo. La metátesis cabresto (quizá por influencia de "cabra"), en que la "r" se desplaza en la palabra, es habitual en México y Centroamérica y justamente de esta variante tomó su nombre la localidad aculquense de Cabresteros, al noroeste de la cabecera municipal, no lejos de donde se encuentra la antigua hacienda de La Loma.

Precisamnte en Cabresteros existe una pequeña capilla dedicada a san Judas Tadeo, inaugurada en marzo de 1996. Lo singular de este templo es que, a diferencia de muchos de los edificios religiosos construidos en décadas recientes en otras comunidades de nuestro municipio, en éste se procuró mantener la tradición arquitectónica local, lo mismo en el uso predominante de la piedra blanca, que en la estructuración de los espacios y en el diseño de sus elementos arquitectónicos. El resultado fue una iglesia hermosa y sencilla, sin estridencias como las de la capilla nueva de Santa Ana Matlavat o desproporciones como la de El Colorado, por mencionar dos ejemplos recientes de mala arquitectura.

Mucho en la capilla de Cabresteros parece una evocación de las antiguas iglesias de Aculco. Tiene, como todas ellas, una sola nave que se cubre -como en la parroquia de san Jerónimo en Santa María Nativitas- con bóveda de cañón. El presbiterio, un poco más estrecho que la nave -como el del templo de Santiago Toxhié- está cubierto con una cúpula al modo de ese mismo templo o la capilla de La Concepción Pueblo. Su fachada de piedra blanca recuerda un poco la de la antigua capilla de Nenthé por su división en una red de calles y cuerpos por cornisas corridas y columnitas adosadas. El remate triangular está tomado de la parroquia de san Jerónimo, pero los dentículos que ornan su cornisa provienen de santa María Nativitas. La torre con base, campanario de tres cuerpos cúbicos con columnas esquineras y cupulín, recuerda en su perfil a casi todas las torres de los templos aculquenses.

Por otra parte, el frontón triangular sobre el arco de entrada, la ubicación de la torre al lado derecho, la orientación del templo con su fachada hacia el sur así como su altar de piedra, están entre sus rasgos propios que la distinguen de los otras capillas de Aculco.

En el interior, un arco al modo de los "arcos triunfales" de lña arquitectura virreinal novohispana separa el presbiterio de la nave. Cornisas, pilastras y arcos fajones de piedra que evocan los de la parroquia se despliegan a lo largo de ésta. El coro es sostenido por un par de columnas de cantera. El altar -un retablo en piedra- es lo único que rompe con la tradición, pues se trata de un relieve en forma de cruz a cuyo centro está la imagen del santo titular. Un par de imágenes marianas se yerguen a los aldos sobre sendas ménsulas y un cristo corona la composición.

La capilla de san Judas Tadeo de Cabresteros no fue obra de un arquitecto, sino de un capaz maestro de obras llamado Miguel Valencia. Sus principales valores están en la belleza alcanzada sin grandes alardes y en el deseo de sus constructores por integrarla con respeto a la arquitectura tradicional de Aculco (a pesar, incluso, de estar prácticamente aislada de otros edificios). No es una gran obra, es sólo una obra bella y digna, plenamente aculquense.

 

NOTA: Las cuatro fotografías que incluyo aquí las bajé hace algunos meses de internet, pero desconozco quién es su autor. En todo caso aclaro que no son mías.